Después, algún día. O, ¿cuál es la diferencia entre el mundo y nosotros?.

Nota publicada en la revista “dat0s”, Junio de 2007

Nosotros nos afanamos en resolver enormes problemas políticos e históricos de gran importancia para la humanidad, después veremos qué pasa para empezar a vivir.

El resto del mundo no espera nada, vive ahora, no deja pasar un solo día.

Parece que empezaremos a ordenar nuestras casas y nuestras calles sucias y deterioradas, recién después de lograr el consenso sobre si todas las regiones del país deben o no utilizar la misma bandera, los mismos símbolos patrios y el mismo idioma.

Las escuelas públicas de todo el país están bajo la conducción de maestros mal pagados, sus aulas son tristes y el material con el que trabajan hace tiempo pasó a la historia. Nuestros alumnos podrán acceder a la modernidad cibernética y a educación excelente, sólo después de que el país resuelva su tema marítimo.

Arreglaremos el casco viejo de La Paz y pondremos fin a los mercados de contrabando, recién cuando las grandes potencias dejen de pelear en diferentes puntos del planeta.

Mientras dure éste conflicto de poderes y Legislativo y Ejecutivo, no definen claramente el rol de las instituciones, seguiremos soportando el olor de orín en las calles.

Cuando la maldita propiedad privada se convierta en la bendita propiedad estatal, todos caminaremos sobre largas alfombras rojas, seremos ricos y famosos. Mientras tanto, dejaremos que nuestros espacios culturales del patrimonio nacional sean utilizados por gremialistas para vender bebidas alcohólicas y bolsitas de cocaína para os alumnos de los colegios aledaños.

Cuando los ayer dirigentes sindicales, hoy quasi políticos se llenen sus bolsillos con suficiente dinero para asegurar el futuro de sus hijos, aprendan a hablar idiomas para dialogar con sus pares de la comunidad internacional; entonces buscaremos la forma de reconciliarnos con el resto del mundo, Mientras eso ocurra, mantendremos relaciones sólo con Cuba y Venezuela y seguiremos con los ritos de brujería en las oficinas de la Cancillería «para que nos vaya mejor».

Tendremos caminos, viaductos, moderna infraestructura y servicios comunes, recién después de que la Asamblea Constituyente defina si el invierno debe o no llegar este año.

Mientras dure éste período de transición y la situación política sea compleja, seguiremos botando basura en los drenajes de agua.

Seremos todos felices, cultos, civilizados y ricos después de que se han gastado todas nuestras reservas de oro. Empezaremos con inversiones y la industrialización de país, después de que todos los países del mundo ya hayan resuelto sus problemas energéticos.

Tendremos gran des nombres en la cinematografía, el arte y la música, después de que las actuales autoridades aprendan a utilizar la computadora y el Internet. Entonces podremos acceder al conocimiento en la red y nos contactaremos con el resto de la civilización.

Después de que se defina si es o no importante tener o no tener un Dios en la patria, sabremos cuáles son los principios de ética y moral necesarios para ser fundamento de una sociedad civilizada. Mientras tanto, miraremos en las hojas de coca para ver que nos el futuro.

Conoceremos y respetaremos los códigos democráticos que rigen en el mundo, después… Conoceremos palabras como: derechos de libre expresión, responsabilidad social, economía global, después…

Después de que los teóricos del gobierno lleven nuestro país al borde de una catástrofe nos daremos tiempo para lamentar y revisar nuestras decisiones. Mientras tanto, nos callaremos y dejaremos que nuestros jóvenes vivan en un mundo de mentiras y confusiones y nos serviremos el plato de comida que cocinamos con tan poca creatividad.

Después empezaremos a pensar, después viviremos, después disfrutaremos. Después será algún día. Y será un día feliz.

Por: Zana Petkovic